Energía, evolución y comunicación
La ciencia, nos guste o no, nos ha degradado de ángeles a primates. Nos ha hecho ver que estamos compuestos del mismo material atómico que se encuentra disperso por el hidrógeno impuro del cosmos. Este despertar a nuestra vulgaridad –pese a que la tendencia natural de cada uno de nosotros es a vernos como el centro del universo– comenzó ya con Copérnico, quien creía que el sol era el centro. Sin embargo, después de Einstein, hoy podemos considerar, desde un punto de vista relativista que no da cabida a ningún tipo de marco de referencia privilegiado, que, después de todo, tenemos razones para ...