Imagen © Ken Rinaldo

Augmented Fish Reality (Realidad de Peces Aumentada), 2004

  • Ken Rinaldo

Instalación robótica interactiva
Cortesía de Ken Rinaldo

La comunicación entre distintas especies, incluso entre seres naturales y artificiales, ha abierto un campo de exploración que interesa tanto a la ciencia como al arte. Conexiones hasta hoy insospechadas entre sistemas biológicos, tecnológicos y culturales,  abren nuevos interrogantes sobre los límites de la comunicación.¿ Qué tipo de relaciones pueden surgir entre seres humanos y robots, dentro de una pecera inteligente?
Augmented Fish Reality es una instalación interactiva de cinco esculturas de peceras rodantes diseñadas para explorar la comunicación entre especies y más allá de las especies. Estas esculturas permiten que los peces luchadores del Siam utilicen software y hardware inteligentes para mover sus peceras robóticas - bajo su control. Los peces luchadores del Siam tienen una vista excelente que les permite ver a gran distancia fuera del agua. Tienen visión cromática, y parece que les gusta el amarillo.
Este diseño emplea 4 sensores de infrarrojos activos alrededor de cada pecera que permiten a los peces moverse hacia delante y hacia atrás, así como hacer girar sus peceras. Al nadar hasta el borde de la pecera, los peces activan las ruedas motorizadas que mueven los robots en esta dirección. Los humanos interactuarán con la obra simplemente introduciéndose en el entorno. En obras anteriores, había observado que los peces luchadores del Siam se mueven hacia los humanos, presumiblemente porque asocian a los seres humanos con comida. Aun así, en este caso se trata de robots controlados por los peces, y éstos pueden elegir acercarse y/o alejarse de los humanos o de los demás peces. Estas peceras consisten de un entorno vivo a base de plantas spathiphyllum, que ayudan a filtrar los deshechos de los peces. Las peceras y robots están diseñados para permitir que los peces se acerquen a un cuarto de pulgada unos de otros para establecer comunicación visual, tanto los machos como las hembras. Pequeñas cámaras de vídeo en miniatura situadas en un ángulo de cuarenta y cinco grados debajo de dos de las peceras visualizan tanto el interior de éstas como los humanos en el entorno y estas imágenes están interceptadas por transmisores y proyectadas sobre las paredes de la instalación para dar a los participantes la sensación de estar a la vez mirando dentro de las peceras e inmersos en ellas.

Ken Rinaldo

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