La evolución del lenguaje y la sociabilidad

  • Ángela Delgado
  • Luisa Martín Rojo

Resumen de la jornada:

Con el coloquio “La evolución del lenguaje y la sociabilidad” acometemos en el banquete_ una reflexión en torno a dos imágenes especulares: la comunicación en la evolución y la evolución de la comunicación. A partir de la primera de estas imágenes queremos explorar cómo se imbrican la evolución de la sociabilidad del hombre con la emergencia del lenguaje. Esta relación tiene que ser entendida en toda su complejidad, pues el lenguaje aparece como respuesta original y compleja a las condiciones, necesidades, emociones y acciones propiciadas por el entorno y, a su vez, es agente y mediador en la generación de conocimiento y de la conciencia. La segunda imagen abre nuevos horizontes y nos permite adentrarnos en los efectos que esta sinergia entre comunicación y evolución puede tener sobre la sociedad y sobre la propia naturaleza humana en los albores del siglo XXI, en momentos en que se registran cambios extraordinarios en la comunicación.

El eje de la reflexión serán las relaciones entre la evolución del lenguaje y la sociabilidad, pues nuestra vida en sociedad se constituye en motor de cambios. La voluntad de regular el comportamiento de los otros en la crianza, el deseo de establecer lazos y grupos, la resolución de problemas para la adaptación cotidiana al medio, la capacidad de sentir y de expresar están en el origen y evolución del lenguaje y, con éste, están también en los modos en que ha tomado conciencia de sí el ser humano.

La comunicación en la evolución

La relación entre comunicación y evolución se explorará en este encuentro a partir del análisis de fenómenos como la plasticidad del cerebro, la dualidad sociobiológica de los individuos, las bases psicológicas y culturales de la evolución humana y el papel del lenguaje en la adaptación de los humanos a su entorno. Gracias a la complementariedad de las propuestas que serán planteadas y a que se adoptará una perspectiva dinámica, será posible abordar la complejidad de los fenómenos tratados, e incluso encontrar algunas respuestas que, de inmediato, suscitarán nuevos interrogantes.

John Skoyles (London School of Economics) explicará por qué la plasticidad neuronal es clave en la evolución de nuestro cerebro. Para él, nuestro cerebro, en lugar de haberse conformado como un órgano altamente especializado, ha evolucionado asegurándose la capacidad de generar circuitos “alternativos” que le permiten no sólo simultanear numerosas tareas, sino que distintas partes intervengan en ellas o, incluso, puedan hacerse cargo de su ejecución. Precisamente a partir de la plasticidad y ductilidad del cerebro podemos explicar que los humanos hayan generado  nuevas pautas de sociabilidad al incorporar símbolos en su comunicación. La evolución del cerebro resulta, por tanto, clave para comprender el lenguaje humano, ya que éste no puede considerarse una capacidad, sino el resultado de una combinación singular de diferentes facultades, en un momento también particular de la evolución.

La evolución del lenguaje requiere de una nueva perspectiva, diferente a las visiones reduccionistas que lo presentaban como mera conjunción de las capacidades de emitir sonidos con un aparato fonador y de nombrar conceptos. Tampoco parece suficiente entender el lenguaje humano como la capacidad de producir sucesiones de signos combinados conforme a unas reglas. Elaborar e interpretar mensajes obliga a realizar distintos procesos mentales que, entre otras cosas, ponen en juego todo un conjunto de conocimientos sociales y culturales, los cuales se pueden apreciar cuando se analiza el lenguaje en funcionamiento. En una conversación, por ejemplo, cuando descubrimos que nuestro interlocutor “deja caer algo”, tenemos que formular alguna hipótesis acerca de qué trata de decirnos. Para ello, tenemos que movilizar todo lo que sabemos acerca de este tipo de situaciones y de aquello de lo que estamos hablando. Igualmente, antes de intervenir solemos adelantarnos a cómo podemos ser interpretados, y por eso a veces avanzamos una justificación, una palabra cariñosa o una disculpa. En este caso, las hipótesis girarán en torno a qué sabe nuestro interlocutor y qué intención va a suponernos.

Algunos autores sitúan precisamente en estos procesos el umbral que, en lo que a habilidades comunicativas se refiere, separa al hombre del resto de las especies animales. En cualquier caso, estos procesos son posibles por la combinación de capacidades psicológicas, y sociales de los humanos. Michael Tomasello (del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig) considera que la habilidad de participar y colaborar con otros compartiendo objetivos e intenciones es el quid de la evolución de la cognición y del conocimiento humanos. Según él, el aprendizaje por imitación o instrucción no explicaría en su totalidad la comunicación; se requiere, además, una motivación común para compartir emociones y experiencias. Esta motivación hace posible que el individuo vea al otro como espejo de sí mismo, de modo que el aprendizaje se realizaría también a través de lo que otros han sentido y experimentado. El resultado de los procesos que dan lugar a estas capacidades podríamos denominarlo “evolución de la mente” (cultural y cognitiva), y habría permitido desde la creación y utilización de símbolos (en y para la comunicación) hasta la construcción de normas sociales y creencias individuales que dan origen a nuestras instituciones. De este modo, podríamos decir que es en los procesos comunicativos donde emergen y se reproducen las identidades sociales.

Para Jef Verschueren (Universidad de Amberes), no sólo la evolución del lenguaje, sino también su uso, tienen que entenderse en términos de adaptabilidad. En cada conversación, elegimos aquello que decimos de entre todo lo que podemos decir y de entre todas las maneras de las que disponemos para decirlo, en función de la situación en que nos encontramos, en función de la relación que negociamos con nuestros interlocutores y en función de lo que perseguimos. La comunicación es un proceso flexible y dinámico, al que nos adaptamos gracias a la propia flexibilidad de nuestra mente y al uso que hacemos de las lenguas. 

Por su parte, Neil Thompson (Director del Avenue Consulting) explora algunos fenómenos comunicativos que tradicionalmente se han dejado de lado y que, de hecho, eran vistos como fallos o aberraciones, al entenderse la comunicación como un proceso de transmisión de información. Entre ellos, examina los malentendidos, los quiebros, las ambigüedades, la falta de adecuación cultural, la incomunicación, etc. Con una visión del conflicto como un proceso que no siempre es negativo, sino generador de otras realidades y cambios y que, por tanto, puede ser enriquecedor y actualiza nuestra  visión de la comunicación como un proceso dinámico, abierto, negociado, que demanda nuevas miradas, nuevas formas de pensar. Podríamos decir que el lenguaje no tiene sólo una función en la construcción y transmisión de representaciones de nuestra sociedad o de nosotros mismos, sino que es capaz de formular y reformular nuevas funciones.

 Luisa Martín Rojo y Ángela Delgado