Be a node
Erich Berger, Comisario Jefe de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial.

LABoral Centro de Arte y Creación Industrial se centra en el arte capaz de actuar en, de hablar de, y de cuestionarse y reflexionar sobre las problemáticas contemporáneas de nuestra sociedad y nuestro tiempo; en ese arte, por tanto, que participa activamente en los procesos de configuración y exploración de la condición humana. Por ello, con ese objetivo siempre presente, LABoral dirige su foco de atención, dentro del ámbito de las artes visuales, a un campo de acción amplio, abierto e interdisciplinario que va de las prácticas creativas más establecidas a los géneros artísticos más novedosos y emergentes. Con esa estrategia, LAB promueve el poder del arte para crecer, expandirse y desarrollarse, para renovar y afinar sus instrumentos y capacidades para el compromiso, para el trabajo con las temáticas contemporáneas más candentes.

La tecnología y la ciencia son dos de las fuerzas que poseen un mayor poder para transformar la vida sobre la tierra; dos fuerzas que influyen en nuestra sociedad configurándola a todos los niveles. La incorporación de la tecnología y de sus ingenios a nuestra cotidianidad ha progresado de tal forma que hoy admitimos su presencia como algo natural, viviéndolos, percibiéndolos como si de una segunda naturaleza se tratase: una naturaleza híbrida.

Sin duda alguna, la emergencia de las redes de comunicación electrónica y el desarrollo paralelo de la sociedad de la información en red constituye una de las transformaciones recientes de mayor relevancia de todos los tiempos. Y ni el arte ni la creatividad están al margen de este proceso. El arte ha tenido siempre una presencia ubicua. Siendo, como es, una práctica intrínsecamente humana, incluye al mundo en su globalidad, moviéndose, desarrollándose con el tiempo y operando permanentemente dentro de un espectro diverso de prácticas creativas.

La exposición banquetes_nodos y redes centra la mirada en ese tipo de creación que aborda, de manera explícita, la importancia del concepto red, no sólo desde una perspectiva técnica, sino también desde un punto de vista sociocultural. Para lograr convertirse en un activo participante de nuestras vidas, el arte necesita actualizarse y desarrollarse; encontrar formas para expresar lo contemporáneo y ser capaz de iniciar un discurso y ponerse a la cabeza de la crítica; se trata de una cuestión de lenguaje. El arte de los media, una forma de creación que abarca una gran diversidad de prácticas, surge de la convicción de que para actuar dentro de un entorno tecnológicamente constituido y electrónicamente mediado, es necesario adaptar los propios lenguajes de la tecnología y de los nuevos medios.

Curiosamente, la propia teoría de la comunicación nos ofrece una excelente perspectiva de las diferencias que existen entre el arte tradicional y el arte de los media. Resumiendo los fenómenos artísticos en el mundo occidental, el filósofo Pierre Levy afirma que, a lo largo de los siglos, hay una persona -el artista- que firma un objeto o un mensaje determinado: la obra de arte; un objeto o mensaje que los otros -el público, los espectadores, los críticos- perciben, observan, leen, interpretan, evalúan y critican. Pero, por encima de cuál sea la función de la obra o de cuán profundo pueda llegar a alguien, hay algo que permanece inalterable; nos referimos al papel del emisor y del receptor. Todos ocupamos nuestro lugar: el artista envía, los demás, reciben. Hoy, en nuestra sociedad en red, constatamos el desarrollo de nuevas formas de arte en las que esa distinción entre emisor y receptor, entre productor e intérprete, ha perdido toda validez. Una situación que permite que el público – que ha dejado de serlo – experimente y juegue con otros tipos de comunicación y de configuración. Así, en lugar de emitir un mensaje a un receptor situado fuera del proceso creativo y encargado de dotar, a posteriori, a la obra de arte de sentido y significado, hoy el artista de los media crea un entorno y una estructura para la producción y la comunicación que incorpora al receptor a un evento de la colectividad, transformando al antiguo intérprete en actor y fundiendo la interpretación y la actuación colectiva en un bucle.

Pero eso que vemos en el arte tiene su correlato en la sociedad. Las tecnologías en red nos capacitan para la participación. Unas tecnologías que, alejadas ya de la unidireccionalidad de, por ejemplo, la televisión -un medio en el que la diferenciación entre emisor y receptor es manifiesta-, nos brindan, a todos, la posibilidad de convertirnos en nodo, en un punto de encuentro de la recepción, el procesado y el envío de información dentro de las redes.

 

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