Algo está cambiando

  • Luisa Martín Rojo

Se observan algunos indicios interesantes de cambio en las ideologías y en los hábitos lingüísticos, e incluso en la conformación y en los objetivos de las “guerras lingüísticas”. La construcción de unidades políticas supranacionales multilingües -como la Unión Europea- no sólo facilita la defensa de las lenguas minorizadas[N1]  (autóctonas o de la inmigración), sino que contribuye a expandir la visión de las lenguas como recursos o capital. A esta visión también contribuye la transformación de las economías nacionales agrícolas e industriales en economías globalizadas de servicios e información, lo que está convirtiendo el multilingüismo en un valor que, a su vez, está conformando nuevas elites bilingües y multilingües.

Esta situación está transformando los argumentos, hasta ahora incuestionables, que asociaban el mantenimiento de las lenguas autóctonas o de la inmigración la preservación de una identidad originaria, mientras que la adquisición de la lengua y la cultura dominantes se justificaba con criterios de utilidad y éxito social. Cada vez son mayores y más evidentes entre nosotros experiencias que en numerosos países de África, Asia y Oceanía constituyen una realidad cotidiana: que el conocimiento de dos o más lenguas, tanto mayoritarias como minoritarias, del país de acogida o de la inmigración, es útil, facilita la integración y son perfectamente compatibles.

En los últimos años, se ha reforzado la valoración de la diversidad como fuente de riqueza y como derecho social y cultural. En este contexto, se ha extendido una visión holística de la diversidad lingüística, de modo que ahora se entiende que con la muerte de las lenguas se contravienen los derechos naturales de las personas, al tiempo que se pierde un conocimiento inestimable sobre otras formas de habitar la naturaleza y sobre otras formas de relación entre los pueblos. La diversidad es un freno al pensamiento único y a los intereses de los más poderosos.

            Luisa Martín Rojo

[N1]  Me permito resaltar una vez más esta horrible palabra, hecha, me parece, a la manera de otras lenguas, no de aquélla en la que se está escribiendo. ¿Es de uso común en algún ámbito público para mí desconocido? Esperemos que no lo sea para los lectores, a quienes por otro lado se ha juzgado, desde mi punto de vista injustamente, incapaces de comprender palabras como “aducir” y “conllevar”, y en cambio capaces de saber lo que es una visión holista de las cosas.