Imagen © Francisco Ruiz de Infante

Reina, 2007
Ruiz de Infante, Francisco
Videoinstalación

Expuesta ante la mirada del visitante se sitúa una habitación casi completamente cerrada; y es que sólo se puede acceder a ella a través de una pequeña abertura de 20 cm. Dentro de este espacio, presente pero inaccesible, se encuentra el Gabinete de Control. La habitación contiene, junto con una compleja red de cables eléctricos, una mesa-enchufe que provee de energía al exterior para su correcto funcionamiento. Una cámara de vigilancia y su correspondiente monitor observan este sistema, que vela para que el interruptor esté siempre en estado on. Dos impresiones de redes neuronales dibujadas por Ramón y Cajal son los únicos elementos que aparecen sobre las paredes.

Hace ya algún tiempo que Deleuze acuñó la noción de sociedades de control para anunciar un por-venir tecnológico que se inmiscuiría crecientemente en las esferas de lo privado. A medida que la lógica social —y sus sistemas de vigilancia— ha migrado de parámetros mecanicistas (cerrados, geométricos, analógicos) a formas digitales (abiertas, en red, deslocalizadas), han emergido nuevas formas de control más intensas, extensas y sutiles: invisibles. Son versiones upgraded del Panóptico de Bentham que toman su fuerza del hecho de estar localizadas en todas partes, a lo largo y ancho de la sociedad-red. Porque, efectivamente, el Gabinete de control es la red misma en toda su extensión. Así, vigilar y castigar ya no es necesario, puesto que la red —la posibilidad de ser monitorizado on line— es suficiente para generar la interiorización de las normas del equilibrio social (homeostasis socio-digital).

Pero Reina no sólo aborda el nuevo parámetro del control deslocalizado, fluido, flexible, posible, digital, en red, en la Red; sino que apunta una consecuencia aún más inquietante: la simbiosis de lo biológico y lo tecnológico en una única red política tecnobiológica, co-participada en un único flujo de información común. Si partimos de la posibilidad de que las redes exocerebrales (lenguaje, sistemas simbólicos, world wide web…) constituyan parte indispensable de la conciencia humana (su necesario hardware y software amplificador), aparecería un nuevo y crucial problema. Este problema de calado humano, pero sobre todo social y político, sería que la conciencia y el poder habitaran un mismo espacio (el no-lugar de la red). Esta cohabitación entre sujeto de control y tecnología de control en un mismo espacio digital podría suponer algo más que una mera superestructura: la aniquilación en términos lógicos de la resistencia. Al mismo tiempo, y no sin cierta ironía subversiva, Reina remata la propuesta encerrando, encapsulando el poder en su propia sala panóptica. Del mismo modo que las tecnologías del control se han interiorizado ante la virtualidad de un control constante, el ejecutor de la vigilancia no puede salir de su gabinete. Sin embargo, el gabinete está vacío.


Cortesía de la Galería FRAC Champagne-Ardenne

Agradecimiento a la Galería Elba Benítez, Madrid


SEACEXLABoralFundación TelefónicaZKMInstitut Ramon LlullMediaLabMadridINBAsociación BanqueteUnesco
web in progress