banquete_08: Interacciones entre Arte, Ciencia, Tecnología y Sociedad en la Cultura Digital en España
Karin Ohlenschläger. Comisaria de la exposición

Uno de los méritos de Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) fue descubrir que las redes neuronales no conforman circuitos cerrados y continuos, tal y como por entonces creían sus contemporáneos [1]

Cajal situó a cada célula nerviosa como una unidad, comunicada con las demás por contacto o contigüidad. Se constituyen las redes neuronales, por tanto, como sistemas abiertos y cambiantes; según la intensidad del estímulo recibido, sus conexiones pueden ser temporales o, por el contrario, permanentes. Estas redes pueden crecer en una dirección y atrofiarse en otra, producir nuevas ramas y generar otras conexiones; actúan siempre predeterminadas por los genes, moduladas por el sistema hormonal interno, e impulsadas por los estímulos y movimientos externos. Cajal pudo descubrir estas construcciones dinámicas y evolutivas del cerebro, pese a contar tan sólo con las primitivas tecnologías de visualización científica propias de su época, tales como la tinción selectiva y el microscopio.

Un siglo más tarde, nuestro conocimiento acerca de la dinámica de las redes ya no concierne sólo a los circuitos neuronales. Las actuales tecnologías de la informática y de las telecomunicaciones nos han hecho ver que «la vida como continuo es un proceso cuyo movimiento comenzó hace miles de millones de años y que aún sigue rodando. Y todo ello gracias a las redes.» [2] Hoy en día, este entramado de relaciones que es la Red es observable tanto a escalas espacio-temporales grandes, como muy pequeñas. Del mismo modo que los circuitos neuronales son cambiantes —tal y como ya conocía Cajal— también las redes de organización entre átomos y moléculas lo son [3], así como las redes de relaciones entre personas, comunidades o culturas [4].

El patrón de red, presente al mismo tiempo en todas las escalas y esferas de la vida, organiza sus partes en un sistema abierto, dinámico, autoorganizado y evolutivo. Desde las moléculas de agua hasta la World Wide Web, el continuo donde habita la vida está atravesado por este patrón de organización.

Sin embargo, inscritos como estamos en las sociedades del desarrollo tecnocientífico, afrontamos un significativo cambio y es que las actuales tecnologías de la información no sólo nos permiten acceder a redes, sino también generarlas. En la época de la radio y la televisión, la producción y distribución se planteaban todavía en torno a centros hegemónicos y canales de distribución de unos a muchos (broadcasting). Desde finales del siglo XX, y por medio de la telefonía móvil o Internet, construimos redes de relaciones de uno a uno (peer-to-peer) y a unas escalas espacio-temporales —a una distancia y con una velocidad— sin precedentes en toda la Historia de la humanidad. En sus extensas investigaciones y análisis acerca de la era de la información, Manuel Castells concluye que las redes (...) «constituyen la nueva morfología social de nuestras sociedades, y la difusión de su lógica de enlace modifica de forma sustancial la operación y los resultados de los procesos de la producción, la experiencia, el poder y la cultura.» (Manuel Castells, La era de la información, Vol.1, La sociedad red, Alianza Editorial, p. 549.)

Puesto que los sistemas tecnológicos se producen socialmente y que esta producción social viene determinada por la cultura, en nuestra actual era digital esta cultura se define cada vez más por una renovada red de interacciones transdisciplinares entre las artes, las ciencias, las tecnologías y las sociedades. Hoy en día, la producción de imágenes, imaginarios y relatos está igualmente en manos de la ciencia, del sector audiovisual o del propio ciudadano. Cualquier usuario de telefonía móvil, cámaras digitales, ordenadores y/o conexión a Internet, es también un productor y emisor potencial de relatos, de imágenes y de conocimientos.

De hecho, una parte de los proyectos expuestos en banquete_nodos y redes se nutre del gran archivo de la memoria colectiva que es Internet. Otros surgen de la colaboración entre artistas y centros de investigación científica. Algunos participantes o bien tienen formación de arquitectos, informáticos, ingenieros o músicos; o trabajan colectivamente con activistas, biólogos, sociólogos o urbanistas.

Y es que, banquete_nodos y redes plantea adentrarse precisamente en aquellas zonas donde las fronteras y los departamentos estancos, las experiencias y campos de conocimiento, se abren y reconectan. Ámbitos en los que las identidades y la información se descontextualizan y reconfiguran y a las que no sabemos aplicar los métodos tradicionales del análisis. De hecho, hoy por hoy, sigue faltando una ciencia de la información entendida como episteme, capaz de integrar conceptualmente la diversidad de las fuentes y procesos informacionales. La construcción y la percepción de la realidad ya no se efectúan exclusivamente sobre centros y ejes de poder hegemónico —tal y como mencionamos antes—. Con las nuevas tecnologías de la informática y de las telecomunicaciones emergen otras estructuras, nuevos espacios de comunicación y relaciones entre experiencias y conocimientos, que nutren dinámicas emergentes múltiples, plurales y colectivas.

Los proyectos que conforman la presente exposición banquete_nodos y redes exploran, visualizan o generan estas redes de relaciones en las zonas fronterizas entre arte, ciencia, tecnología y sociedad; entre los espacios físicos y digitales; entre redes urbanas y sociales; entre las dinámicas procomunes e informacionales; entre conexiones biológicas y tecnológicas:

Las conexiones emergentes entre los espacios físicos y digitales, redes territoriales, entornos locales y su interdependencia de las dinámicas globales, son investigados y visualizados de distinta manera por los colectivos Hackitectura, Escoitar, Influenza, Kònic Thtr, Clara Boj y Diego Díaz o Pedro Ortuño.

Las relaciones entre dinámicas urbanas y sociales; la creación de nuevos métodos y herramientas participativas para catalizar procesos de autoorganización, producción y distribución de experiencias y conocimientos, son propuestas por Antoni Abad, Alfredo Colunga o colectivos como Platoniq, y Neokinok TV. Mientras que las relaciones ideológicas, conceptuales y funcionales entre educación, creatividad y vida, constituyen el punto de mira del trabajo de Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto.

Las redes informacionales son tratadas en las obras de Aetherbits, Dora García, Concha Jerez y José Iges, o Joan Fontcuberta. La cuestión de la autoría, de la originalidad o veracidad subyace en el trabajo de unos. Nuevos vínculos entre las prácticas artísticas actuales y su relación con otros microproductores y distribuidores ciudadanos, a través de Internet, son planteados por otros. Al mismo tiempo, la red de códigos y la cultura de software libre forman parte de los proyectos de Joan Leandre o Technologies To The People y Daniel García Andújar.

 Las conexiones entre redes biológicas e informacionales también están presentes, puesto que la infoesfera y sus redes de códigos y lenguajes no se encuentran tan sólo en el ámbito tecnológico de la informática y de las telecomunicaciones. También nuestra biosfera es una infoesfera. Y la vida misma, una red de comunicación y transformación de materia, energía e información. En este ámbito nos encontramos con propuestas que amplían significativamente el discurso arte-vida hacia las microesferas de los nodos y redes celulares o, por el contrario, hacia los macroentornos híbridos de la conexión cuerpo-máquina. Las obras e instalaciones interactivas de Eugenio Ampudia, Marcel.lí Antúnez, Pablo Armesto, José Manuel Berenguer, Daniel Canogar, Álvaro Castro, Ricardo Iglesias, Laboratorio de Luz, Marina Núñez o Raquel Paricio y José M. Moreno, abordan las nuevas modalidades de la concepción, percepción e interacción entre sistemas vivos y tecnológicos.

banquete_nodos y redes reúne más de treinta proyectos de arte digital e interactivo que plantean un conjunto de reflexiones críticas y experiencias participativas, para explorar este nuevo patrón común de la red. Obras fotográficas, vídeos, instalaciones de realidad virtual, acciones robóticas de vida artificial o proyectos participativos de net.art ofrecen un amplio recorrido que nos lleva desde las redes de interacciones entre genes o códigos informáticos, hasta las dinámicas globales que surgen de las nuevas relaciones entre personas, comunidades y culturas.

Si comienza este recorrido por las redes territoriales y urbanas, el visitante puede tomar contacto con una serie de obras y proyectos que abordan, de un modo abierto y plural, las nuevas dinámicas de organización colectiva. El grupo Hackitectura presenta dos propuestas, que conectan el ámbito virtual de las redes con el espacio físico de los lugares. Su proyecto arquitectónico y urbano Wikiplaza, transforma un espacio de ladrillos y hormigón en un lugar abierto y permeable a los flujos de la comunicación. Mientras que los vídeos de la acción El día E de la energía muestran una lograda experiencia de convivencia y colaboraciones entre artistas, desarrolladores de software libre, y habitantes de una zona rural de Extremadura, en un laboratorio temporal instalado en los exteriores de una central nuclear desmantelada.

La ciudad se convierte en fuente de información y materia prima de creación de paisajes sonoros, en el taller de producción Aire, sonido y poder, que realiza el colectivo Escoitar en las semanas previas a la inauguración de la exposición en LABoral. Para ello, invitará a los habitantes de Gijón a explorar su ámbito urbano, y a generar conjuntamente un mapa sonoro interactivo y participativo de la ciudad, que será accesible tanto a los visitantes de la exposición como a los internautas.

En Observatorio, Clara Boj y Diego Díaz utilizan los dispositivos de la Realidad Aumentada, para visualizar los nodos de acceso libre a las redes wi-fi en la ciudad. Los estrechos vínculos entre el espacio urbano y las conexiones virtuales de la comunicación, también son la base conceptual de la instalación interactiva titulada Madrid Mousaic del colectivo Influenza. Su obra es un mosaico vivo y cambiante, que retrata los más diversos entornos sociales de la capital, y es sensible a la intervención sonora de los visitantes del espacio expositivo de LABoral.

Los incesantes flujos migratorios y sus influencias sobre las identidades individuales y colectivas, en un mundo cada vez más interconectado e interdependiente, es lo que la instalación interactiva Mur.muros/ Distopías #2 del colectivo Kònic Thtr invita a experimentar al visitante.

En Terra di nessuno: Arenas Movedizas, Concha Jerez y José Iges confrontan al usuario de su instalación interactiva con las incertidumbres, tensiones y conflictos que se generan sobre un tablero de parchís virtual, en el que ciertas casillas hunden al jugador en los movedizos territorios de las redes de información global.

Para estimular la autoorganización de nuevos vínculos sociales, Antoni Abad desarrolla sus proyectos artísticos, bajo el denominador común de zexe.net. Se trata de un sistema operativo de telefonía móvil e Internet, al servicio de los colectivos más marginados de los ámbitos urbanos. Dos de sus experiencias recientes Canal*MOTOBOY y Geneve*Accessible, realizadas con los motoristas de Sao Paulo y los discapacitados de Ginebra, son ejemplos de cómo se pueden fomentar la visibilidad, la autogestión y la autodeterminación de colectivos urbanos, desde las prácticas artísticas actuales, utilizando las redes de comunicación.

La participación directa en la indexación colectiva de todo tipo de conocimiento, —sea una receta de cocina, la aplicación de un software o un cursillo de relajación— es lo que plantea el colectivo Platoniq en el Banco Común de Conocimientos (BCC). Se trata de una plataforma para intercambiar experiencias y conocimientos, así como para conectar la cultura oral y cotidiana con las redes digitales de la comunicación on line, fuera de la lógica mercantil y especulativa. BCC es, a su vez, un laboratorio donde experimentar nuevos modos de producción, aprendizaje y participación ciudadana.

También el colectivo Neokinok TV trabaja en la creación de herramientas y métodos didácticos, y genera redes y vínculos de comunicación destinados a fomentar la autodeterminación de aquellos ciudadanos que viven en la parte más desfavorecida de la creciente brecha digital. En uno de sus proyectos más recientes, llamado Tvlata, aúnan arte y educación, para constituir un canal experimental de televisión on line junto a un grupo de jóvenes de la comunidad de Los Alagados, situada en un barrio periférico de Salvador do Bahía, en Brasil.

La intención es otro de los proyectos artísticos que unen arte y educación. Esta videoinstalación de Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto, propone una revisión crítica de unos principios educativos cada vez más vinculados al discurso de la eficiencia, competitividad y rentabilidad. En su lugar, plantean un programa de educación audiovisual, que intenta rearticular las relaciones ideológicas, conceptuales y funcionales entre educación, creatividad y vida.

Todas las historias es una de las propuestas pioneras de microrrelatos en formato blog, concebida por Dora García como un work in progress. Desde 2001 este proyecto sigue evolucionando con la publicación de historias breves, que hablan de hombres y mujeres anónimos, de experiencias, sentimientos y sucesos entretejidos por fechas y palabras claves en la Red de redes.

En cambio, el proyecto de Pedro Ortuño Blanca sobre negra sólo cuenta una historia, una singularidad con nombres y apellidos, que podría ser sinónima de muchísimas otras historias. Se acerca a aquellas vidas rurales, cuyo aislamiento, pobreza e incertidumbre laboral y existencial crecen, a la misma velocidad que la conectividad y las riquezas lo hacen para otros.

Ozono y Prestige de Joan Fontcuberta visualizan, a través de las imágenes rastreadas por un buscador de Internet, las nuevas iconografías de una memoria colectiva, cada vez más globalizada, interconectada e interdependiente, tanto en sus aciertos como en sus errores.

A su vez, el proyecto de Internet El día E de la energía de Alfredo Colunga invita a reflexionar individualmente y a actuar colectivamente en favor de nuevas fuentes energéticas, para un planeta de recursos limitados.

En Social Synthesizer_Prototype, del colectivo Aetherbits, las llamadas recibidas a través de un contestador automático de Skype se transforman en una composición colectiva de imágenes y sonidos, que se retroalimentan y que evolucionan a cada instante, con la participación del público o usuarios de la Red.

Las implicaciones políticas, sociales, económicas y culturales del software libre y distribuido, por una parte, y el software propietario y centralizado, por otra, forman parte de dos escenarios y dos narrativas que constituyen el conjunto de la instalación “X-devian” de Technologies To The People y Daniel García Andújar. Este proyecto incide en la controversia cultural del software, entendido como producto por unos, y como un proceso abierto y participativo, por otros.

Joan Leandre ofrece en su instalación nostalG2//L’AGE D’OR NFO.EXE un homenaje a los rituales y protocolos seminales de la contaminación digital; un flujo de datos global, al que ningún nodo puede poner freno; una red ambivalente, creadora y destructiva a un tiempo.

Tal y como ya mencionamos más arriba, también la biosfera es una infoesfera constituida por una red de códigos, protocolos, lenguajes bioquímicos e impulsos eléctricos. Entre las obras relacionadas con las redes neuronales, nos encontramos con Tangle de Daniel Canogar, una instalación inmersiva que funde al espectador con las redes neuronales, proyectadas sobre cuerpos y espacios. O a Águeda Simó con su instalación de realidad virtual Reflecting JCC Brain Research II que invita a explorar la mente, la memoria y la turbulenta vida emocional de un enfermo mental.

Las mentes conectadas a través de un lúdico e intuitivo sistema de comunicación llamado Tecura 4.0 son la propuesta de Evru. Y es que en este proyecto de net.art, el artista convierte su propio lenguaje visual y sonoro, en un código abierto que comparte con los usuarios de Internet.

La videoinstalación Reina de Francisco Ruiz de Infante, en cambio, nos lleva a reflexiones inquietantes sobre las redes neuronales y los espacios conectados a través de sistemas de control deslocalizados y omnipresentes, pero con accesos limitados.

De los sistemas complejos trata el proyecto Vacuum Virtual Machine del joven arquitecto Álvaro Castro. A través de un software gráfico de vida artificial, visualiza la autoorganización reticular cambiante de átomos y moléculas. Su proyecto da forma visual a la Red como base estructural, dinámica y evolutiva de la vida.

También el proyecto de investigación POEtic Cubes Cubes de Raquel Paricio y J. Manuel Moreno, está inspirado en las redes de comunicación celulares, representadas por nueve cubos robóticos luminosos, que se comportan como un sólo organismo artificial. Cada célula robótica cambia su comportamiento y relaciones, a través de un proceso de interacción entre todas las partes del sistema —incluido el público presente en sus acciones performativas—, que alumbran una red de comunicación que incluye, al tiempo, robots y humanos.

La versión de la serie de Secuencias 24 de Pablo Armesto, transforma las relaciones recombinatorias de 48 cromosomas, en pantallas luminosas tejidas con fibra óptica. Esta obra alude a las todavía inabarcables relaciones combinatorias del código de la vida. Por su parte, la instalación interactiva Luci. Sin nombre y sin memoria de José Manuel Berenguer, invita a explorar una red de interacciones lumínicas y sonoras, inspirada en el comportamiento de las luciérnagas.

El Modulador de Luz 3.0 del grupo de investigación Laboratorio de Luz, convierte al visitante de la exposición en el principal actor para explorar y experimentar la relación luz-espacio-tiempo/reflejo-sombra-movimiento, para generar nuevas relaciones espacio-temporales y sonoras.

Los vínculos de comunicación entre usuarios y máquinas, adquieren un inquietante matiz en José, un robot autista de Ricardo Iglesias. Este proyecto, forma parte de su serie de investigaciones acerca de las Evolutional Machines (Máquinas evolutivas). En este caso, convierte a una dócil aspiradora robótica en una máquina animada de comportamientos disfuncionales, dominada por el miedo y el autismo. Interactuar con este robot tan inadaptado, se convierte en una experiencia insólita para los que están acostumbrados a las máquinas serviles en nuestro entorno cotidiano.

La relación hombre-máquina también es el hilo conductor de Marcel.lí Antúnez y su obra Protomembrana, una lección interactiva, visual y sonora sobre la sistematurgia —literalmente dramaturgia de los sistemas computacionales— que sirve para tejer una narración llena de fábulas.

Antenas parabólicas, satélites y otros artefactos de las redes globales de la comunicación, dotan de movilidad a unos cuerpos flotantes en el espacio, con los que Marina Núñez Sin Título (ciencia ficción), nos remite al mito contemporáneo del ciborg —mitad hombre y mitad máquina—; un ser digital ubicuo, ingrávido y telepresente con sus campos de acción y percepción expandidos

Sin embargo, frente a esta representación más optimista de nuestra condición de ser protésica e interconectada, en el recorrido expositivo se plantean también otras propuestas críticas y escépticas, en cuanto a la relación entre hombre y máquina.

En una de las fotos murales de la serie Otras Geologías de Daniel Canogar, aparecen unos cuerpos humanos como desechos residuales semisepultados en una madeja intransitable de escombros de cables y de equipos informáticos. Frente a este paisaje, el visitante se encuentra con Crédulos, una instalación interactiva de Eugenio Ampudia, en la que el usuario descubre otras escalas de su existencia, y experimenta una cierta desorientación perceptiva al verse proyectado como un ser diminuto rodeado de amebas gigantes, que responden a su presencia en tiempo real.

Este recorrido a través de la exposición banquete_nodos y redes invita a experimentar las conexiones emergentes entre los sistemas vivos y los tecnológicos. Unas conexiones presentes no sólo en los ámbitos de la ciencia, el arte o de nuestro entorno cotidiano, sino en el continuum de conexiones discontinuas —abiertas y variables— que conforman la vida y las relaciones entre las partes. Este patrón compartido, que enlaza lo microscópico y lo macroscópico, lo biológico, lo social y lo cultural, es el que, de un modo plural y diverso, es abordado por todos los participantes de la exposición. Unas obras que muestran la intensa y fértil sinergia que se establece en las zonas fronterizas entre arte, ciencia, tecnología y sociedad, en la cultura digital actual.

Notas

[1] Javier DeFelipe, Cajal y los circuitos neuronales

[2] Diego Rasskin-Gutman y Ángela D. Buscalioni, Redes, el principio vital

[3] Carlos Briones, Susanna C. Manrubia y José Ángel Martín-Gago, Redes en el nanomundo

[4] Carlos Briones, Susanna C. Manrubia y José Ángel Martín-Gago, Lenguaje, genealogía y herencia. La construcción de las redes sociales

 

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